El siguiente relato me lo contaron en su día tan real como la vida misma y sucedió tres o cuatro generaciones atrás.

Torneros de la Valdería era un pueblo eminentemente agrícola y ganadero, en él se encuentra el campo de San Miguel y allí hay un lugar muy especial , el hoy llamado Emboriaco de San Miguel donde hace apenas un siglo se encontraba un convento de monjas y donde hoy en día te puedes encontrar fácilmente con vestigios como trozos de pucheros, tejas, fuentes y porcelana pintada, lo sé porque a veces acompañaba a mi madre a trabajar y de vez en cuando salían a la superficie detrás del arado dichos trozos de haber sabido lo que sé hoy igual había podido restaurar algún objeto pero de adulta no he vuelto por el lugar aunque cada vez que voy al pueblo y paso por la carretera siempre me acuerdo de esta historia.

Un día a un miembro de la familia apodada (Los Divinos) se le ocurrió que teniendo una tierra junto al emboriaco podría arañarle a este unos metros para convertirlos en tierra de cultivo, cogió una azada al hombro y se fue para San Miguel cavó y cavó hasta que se encontró con una tela ,sorprendido siguió quitando piedras cada vez con más cuidado hasta descubrir por completo el cadáver de una monja que estaba incorrupto y limpio como si hubiera fallecido el día anterior.(El Divino) con los ojos desorbitados no daba crédito a lo que había descubierto pues el convento hacía ya muchos años que había desaparecido. Sorprendido y asustado no dejó de correr hasta el pueblo y sin aliento fue a casa del cura a contarle lo sucedido, el pobre cura no salía de su asombro y se marchó con él a comprobarlo. En todo el camino no articuló palabra alguna aunque iba preocupado y pensativo; Al llegar allí se arrodilló junto a la monja y rezó durante un buen rato, luego dijo al Divino: mira si damos cuenta de esto Torneros no tiene dinero para llevar la monja a los altares y si la lleva Castro ellos querrán que todo San Miguel sea suyo así que lo que hay que hacer es lo siguiente: si has quitado dos carros de piedras de encima ahora le vamos a echar cuatro y que los de los alrededores no se enteren de lo que hay aquí porque os quitarían esas tierras y a los labradores os hacen mucha falta.

Mis abuelos tenían allí mismo un huerto y años más tarde ya casi olvidada la historia un día siendo mi madre (Amelia) una adolescente se fue con mi abuelo Agustín a quitar los arbustos y maleza que crecía en las esquinas donde las vacas no llegaban con los arados porque había una pared y al cavar en una esquina se encontró perfectamente tapado con una losa un puchero de Pereruela y estaba intacto como la monja y a raíz de esto por el pueblo se decía que mis abuelos se habían hecho ricos con el puchero de las monjas que estaba lleno de oro pero lo cierto es que mi madre nos aseguró que estaba vacío y aunque cavó bien los alrededores no encontró otra cosa que no fueran cacharros rotos.

Como me la contaron os la he narrado y aunque la monja sólo la vieron el cura y el Divino a mí me gustaría que algún día alguien le diera unas vueltas al Emboriaco haber si la monja sigue intacta o se ha convertido en polvo como el resto de los mortales.

Me contaron muchas historias y muy interesantes cuando era niña sobre Torneros pero esta y la del estudiante y Peña Negra fueron las que más me impactaron por eso he querido compartirlas con vosotros a través de Internet y felicito al inventor de esta página.